Puerto de Sevilla Siglo XVI

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Puerto de Sevilla Siglo XVI

miércoles, 22 de junio de 2011

Memoria Olmo

Memoria del Proyecto Cartagena puerto de culturas Sevilla puerto de Indias


El verano acababa, los ánimos se preparaban para los horarios y los despertares regulares. Yo empezaba el cuarto curso de la ESO e iba divagando de clase en clase conociendo a los nuevos profesores en mitad de la sensación de volver a estar con los compañeros en esa especie de lugar de reunión al que llamamos instituto. Entre una y otra clase entré en la de Teatro, la cual yo había solicitado felizmente en la matrícula en el momento en que me tocaba, pero resultó no ser como yo creía, puesto que cuando ya sentado en el salón de actos entablaba conversación excitado en el silloncillo, el Profesor, con el que ya había tenido algún que otro encontronazo antes, anunció mi nombre indicando que me habían cambiado de clase a algo que yo había criticado antes fieramente, algo llamado: “Proyecto Cartagena”. Mi desilusión fue amarga y duradera, pero no sabía que realmente eso podría aportarme algo mejor en el futuro.


En primer lugar diré que Pablo ya me había informado antes de que en su clase del año anterior, en la cual yo no estaba, habían organizado una especie de intercambio con unos chavales de Cartagena, por el que él no se había interesado. Y en este curso la Profesora de Sociales se disponía a volver a organizar algo por el estilo. En un primer encuentro con mis compañeros de Proyecto decidí no entrar cegado por excusas que yo mismo me ponía para justificar mi odio por el cambio de clase.


Y el tiempo pasó y los cartageneros como duendes cansados de dar vueltas por mi cabeza para que les prestase atención cayeron en el olvido de mi mente. Pero... cierto día mientras miraba distraído el boli, o hacía ridículos pedos con las manos en la clase de Proyecto, la Profesora hablaba de organizar un nuevo encuentro, y mi mente cogiendo palabras sueltas organizadas luego en el cerebro, hizo el esfuerzo de prestar atención en las palabras que se doblaban en la boca de la Profesora. Así que esta vez, entusiasmado por la idea de interculturalidad y de conocer las novedades que el mundo me ponía en bandeja y de darlas a conocer a otros, me apunté al intercambio por lo que alojaría a un tal Edu en mi casa y más tarde yo sería acogido en la suya de Cartagena (más adelante me informaron de que el tal Edu había tenido un accidente o algo que no acabo de recordar y no pudo venir, así que este último fue sustituido por una chica llamada Desrée o Desy mas informalmente conocida.


Sevilla


Fue así como los días fueron pasando hasta que casi sin darme cuenta, los famosos cartageneros habían llegado, bajando sonrientes, algunos creo recordar, de aquel autobús que olía un poquito a cerrado, y las cosas se fueron sucediendo casi de forma natural, bueno en cierto modo me veía un poco alejado del grupo y Pablo se convirtió en el compañero de comunicación más solicitado, esto era porque yo no estuve todo el tiempo en el anterior encuentro entre sevillanos y cartageneros, entonces ellos ya tenían una especie de globo de confianza que les rodeaba. Pese a todo pude relacionarme con ellos ya que eran bastante sociables. Durante los días que pasaron en Sevilla todo tenía un aire más acelerado. Recuerdo que fuimos a ver el Puerto de Sevilla, el único puerto interior en España, íbamos siempre de un lado para otro en autobús con bocatas y todos eso. Recuero la Ghynkana matemática, fue interesante y creativa, caminando por aquellas estrechas callejuelas escuchando los desánimos de los compañeros que se veían abatidos por la dureza de las pruebas que consideraban fuera de tiempo, justo después de comer.


Y así poco a poco fue pasando el tiempo y llegó el día de marcharnos, de forma que cuando ellos se iban nosotros íbamos con ellos y nos alojaríamos en sus casas. Marchamos temprano en el autobús en el que habían venido ellos. Buenos son los recuerdos que guardo del autobús: jugué al ajedrez, comimos bocatas que mi madre había hecho de lomo en adobo y disfruté del paisaje, además de dormir un rato, por supuesto. Por el camino Pablo y yo compramos pan de higo en un sitio y estaba muy bueno.



La llegada a Cartagena


El autobús seguía su recorrido y empezó a entrar en un barrio rodeado de solares con hierba, el lugar parecía un poco gris, bajé del autobús con Desy y su novio vino a recogernos en el coche. Hacía un sol agradable y anaranjado. Llegué a la agradable casa en poco tiempo, lamentablemente, estaba bastante lejos del Instituto así que más tarde descubrí que tenía que ir hasta allí andando. Y entonces conocí a la familia, que era super agradable, me recibió con una calurosa bienvenida, la madre Desy era simpatiquísima y muy atenta. Junto con Desy la pareja tenía dos hijos más: Ángel y Alba,

Alba era un poco más grande, y menudos chavales eran esos dos me lo pase muy bien con ellos y siempre me pedían de jugar más.


Al día siguiente hicimos varias actividades. Fuimos al Puerto de culturas y muchas otras cosas, en resumen las actividades te dejaban agotado al finalizarlas, como las de Sevilla, vamos. Con respecto al grupo de Cartagena tampoco establecí una relación muy fuerte, tan solo llegábamos a llevarnos bien, aunque con algunos me llegué a llevar bastante bien. Fuimos a la playa, a un edificio modernista, comimos en un kebab, a un anfiteatro romano y muchas otras cosas, la diversidad estuvo siempre presente.


Y cuando llegaba el día de irse, la madre de Desy me quería tomar las medidas de cintura, y resulta que era porque quería regalarme unos pantalones, yo insistí en que no era necesario pero ella se empeñó mucho. Y al día siguiente cuando llegué de la excursión cansadísimo, encima de mi cama había dos pantalones, tres camisetas y un par de botines, resulta que era un obsequio que me quería hacer la madre de Desy. Me impactó bastante, porque no necesitaba más ropa ni nada por el estilo, pero rechazarlo me sabía muy mal por ella, además el tío de Desy me regaló una linterna con zoom.

En resumen estuvo genial y me lo pasé muy bien.


Olmo Herrera Sánchez

4º ESO-B

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